Editorial 21/11/2018
Todo preso es político
(por Alejandro Haimovich)
Nacimos con la cárcel, vivimos con la cárcel. Las prisiones son una parte de nuestra vida aunque nunca hayamos pisado una de ellas. Están ahí, al mismo tiempo invisibles y presentes. Sabemos que están pero elegimos no mirarlas y elegimos no mirar a quienes están detrás de sus paredes.
Al fin de cuentas quienes están detrás de sus paredes son alguna clase de monstruo. Les quitamos todo rasgo de humanidad para poder dormir tranquilos. No son de nuestra especie. No nos incomodan. No nos preocupan. No nos afectan. Son los otros, son ellos. No somos nosotros.
Pero la cárcel está ahí todo el tiempo, toda la vida, toda nuestra vida. Oculta a la vista de todos. Lo sabemos y fingimos no saberlo. Intuimos que la cárcel no sirve. Pero pedimos más cárceles y pedimos más gente en las cárceles. Pedimos penas más severas y pedimos penas de muerte, pedimos menos libertades y pedimos más castigos, aunque intuyamos que nada de eso sirve, que se trata de un placebo con el cual dormimos un poco más tranquilos.
La cárcel ha estado ahí toda nuestra vida. Pero la cárcel no ha estado ahí toda nuestra historia. La cárcel es un invento moderno. Si la historia de la humanidad fuera una película la cárcel aparecería en los últimos cinco minutos. En algún momento reciente de la historia decidimos castigar encerrando. Tomamos una opción, tomamos una decisión y entonces inventamos la prisión.
Las decisiones son siempre políticas, la cárcel no es producto de la naturaleza, es hija de las decisiones políticas de las sociedades y de quienes las gobiernan. Si elegimos encerrar, eso es política. Si elegimos encerrar solo a ciertas personas, eso es política. Si decimos que los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra mientras las estadísticas muestran que cada vez hay más gente presa, eso es política.
Si elegimos que las cárceles no sean sanas y limpias, eso es política. Si elegimos que el 51% de las personas encerradas estén encerradas sin una condena firme, eso es política. Si elegimos que el 90% de las personas encerradas no hayan terminado la escuela secundaria, eso es política. Si elegimos que la gran mayoría de las personas que están presas sean jóvenes y pobres, eso es política.
Si elegimos que las personas que están presas no solo estén privadas de libertad sino también de salud, de educación, de trabajo, de dignidad, de integridad, eso es política.
Si en las cárceles argentinas muere una persona cada 37 horas, eso es política.
Bienvenides a todo preso es político. Y toda cautiva, también.
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